viernes, noviembre 10, 2006

EL ASESINATO DE JOSÉ ANTONIO

Lo que tiene la fecha de irremediable lo tiene la esperanza de inextinguible, y el 20 de Noviembre nos confirma en la seguridad de que hay otro mundo que lograr.

La otra Memoria Histórica...
70 años del fusilamiento de José Antonio


Por Francisco Torres García

La mitificación y la mixtificación, los relatos heroicos y la retórica que hizo estático el momento histórico, son los responsables de la falta de un relato completo y ajustado a la realidad del último José Antonio; del hombre que es, por decisión política, recluido en prisión poco después del triunfo electoral del Frente Popular; del hombre para quien la izquierda ha señalado un destino: la cárcel. Seguir los rastros de José Antonio en las semanas que discurren desde marzo hasta noviembre de 1936 se ha convertido, en mi oficio de historiador, en un reto. Poco a poco, documento tras documento, archivo tras archivo, se va haciendo la luz; las piezas van encajando para reconstruir unos meses cruciales.



El 20 de noviembre de 1936 José Antonio era asesinado por un piquete formado apresuradamente sin esperar a los Guardias de Asalto. Caía tras comparecer ante un Tribunal Popular, en un juicio con sentencia señalada y pactada de antemano por el propio Indalecio Prieto. La documentación es, en este punto, incontrovertible. La brillante defensa de José Antonio hizo posible que su hermano Miguel se salvara de la ejecución, pues la petición de pena de muerte era para ambos. La superioridad dialéctica de José Antonio, porque la jurídica de nada valía ante un Tribunal Popular, hizo que la deficiente redacción de la sentencia, la fragilidad de las pruebas del fiscal (varias de ellas meros recortes de periódico) y los errores dieran suficientes elementos para admitir un aplazamiento de la condena. Los plazos se cumplieron. El Consejo de Ministros trató la ejecución en la tarde del 19 de noviembre, por lo que las versiones de Largo Caballero ("nos sorprendió la noticia de la ejecución discutiendo el tema") son falsas. En el Consejo de Ministros la confirmación fue mayoritaria. Esa fue la posición de Largo Caballero secundada por Indalecio Prieto (el erróneamente calificado de "amigo de José Antonio"). La confirmación de la sentencia y la ejecución inmediata siguieron las normas establecidas.


Textualmente, en la documentación del Tribunal Especial Popular de Alicante, figura el siguiente resumen: "Se dictó sentencia en 18 de noviembre de 1936 condenándole a la pena de muerte. En telegrama del mismo día 18 de noviembre el Excmo. Sr Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra interesa con urgencia se le remita testimonio literal de la misma sentencia, lo que se efectuó el propio día según consta en la providencia de igual fecha. En telegrama de 19 de noviembre el Excmo Sr. Presidente del consejo de Ministros y Ministro de la Guerra participa a los efectos del Decreto de 2 de Junio de 1931 que el Gobierno queda enterado de haberle sido impuesta la pena de muerte a José Antonio Primo de Rivera y Saenz de Heredia. Por la providencia del día 19 de noviembre se acuerda unir el telegrama, y que se participe de su contenido por medio de oficio al Gobernador Civil de la provincia de Alicante y a la Comisión Provincial de Justicia a los efectos consiguientes". Este texto es la confirmación del enterado dado por Largo Caballero.


Piquete de ejecución

Aunque es difícil precisar el transcurso del tiempo en la noche del 19 al 20 de noviembre podemos reconstruir, hora a hora, los acontecimientos. La versión tradicional adolece de algunos errores o distorsiones.

A las once de la noche se comunicó a José Antonio que iba a ser ejecutado. Según las declaraciones, aproximadamente a la misma hora, Guillermo Toscano Rodríguez, dirigente anarquista de la CNT andaluza que había llegado a la prisión como miliciano, pero que dada su posición actuaba como jefe de milicias anarquistas en la misma, que había obtenido de José Antonio una cierta confianza (quizás no tuviera otro remedio porque desde octubre estaba ante su celda), recibía o conocía, según su testimonio, la orden de ejecución del jefe de la prisión, Adolfo Crespo Orrios, que era consecuencia de la cursada por el gobernador civil. La ejecución tendría lugar al amanecer.


Guillermo Toscano era el hombre designado por la CNT y la FAI para vigilar a José Antonio. A sus órdenes estaban los milicianos José Pantoja Muñoz, Luis Serrat Martín, apodado "el vaquería", Manuel Beltrán Saavedra y Francisco Perera. La documentación indica que Toscano asumió el protagonismo de la ejecución designando los integrantes del piquete. Además de los citados, todos ellos ejecutados tras la guerra, formaron: Andrés Gallego Pozo, el portugués; Pascualet, Antonio Pastor, Becerra y varios guardias de asalto entre los que figuraba Federico Esteve Navarro. El pelotón de ejecución era básicamente anarquista. En el mismo figuraban un sargento y tres soldados del 5º Regimiento de milicias y cuatro guardias de asalto.


Parece evidente que el anarquismo había decidido asumir el "honor y el protagonismo" de fusilar a José Antonio. Guillermo Toscano y sus milicianos fueron designados por la FAI para vigilar a José Antonio. Se habían instalado cerca de su celda en octubre armados con fusiles mauser y pistolas facilitados por la organización anarquista, aunque la llave de la celda estaba en poder del director de la prisión. En las horas previas a la ejecución ninguna decisión pasó por el oficial de prisiones de servicio, Enrique Araujo. El piquete, realmente, debía estar compuesto por Guardias de Asalto. A las dos de la mañana el capitán Eduardo Rubio Funes recibió la orden de formar el piquete de guardias para la ejecución y trasladarse a la prisión provincial de Alicante. La hora fijada para la misma era las seis de la mañana. A las cinco cuarenta y cinco el piquete salió con destino a la prisión. Según los testimonios, José Antonio ya había sido fusilado cuando llegaron. Existen algunas diferencias en las declaraciones; según parece la ambulancia del Ayuntamiento que debía llevar los cadáveres tardó en llegar. El capitán de las fuerzas de Asalto dio orden de escoltar la ambulancia para evitar que la asaltaran. El testimonio del guarda del cementerio avala esta posibilidad, porque tuvo que recurrir a la autoridad para evitar el despojo de los cadáveres.


La responsabilidad de la forma en que se ejecutó-asesinó a José Antonio debe ser pues imputada al director de la prisión y a los milicianos anarquistas. Unas veinticinco personas estuvieron presentes; algunas fuentes elevan el número hasta cuarenta. Según algunos testimonios, el director de la prisión ordenó tomar fotos y hubo una cierta "algazara". A pesar de todo no parece que los cadáveres fueran profanados, aunque la pluma de José Antonio acabó en manos de Toscano. Franco en persona trataría de que ésta se recuperara para entregarla a los familiares de José Antonio.



La ejecución

Son de sobra conocidos los detalles comunes de las últimas horas de José Antonio. Pocas dudas debían caber al fundador de la Falange sobre su suerte; los Tribunales Populares, desde el mes de septiembre, se habían pronunciado invariablemente por la ejecución de los falangistas. Dentro de la cárcel hacía tiempo que dependía de los anarquistas. El interlocutor directo, por encima del director de la prisión, era el citado Guillermo Toscano.
José Antonio era consciente de que su vida pendía ya de un hilo. En torno al 10 de noviembre pidió al juez Enjuto un notario para protocolarizar su testamento. El fiscal, el secretario del juzgado y el notario, Mariano Castaños, se trasladaron a la prisión. José Antonio entregó su primer testamento (hasta la fecha ilocalizado). Por fuentes indirectas sabemos que se componía de dos partes. En las disposiciones de índole privada instituía como herederos a sus hermanos y establecía un legado para su tía. La parte política exasperó al fiscal, Vidal Gil Tirado, quien prohibió al notario registrarla:


Vidal: Eso no es un testamento.
José Antonio: ¿Tampoco va a permitirme eso?

José Antonio insistió y entregó las cuartillas a Mariano Castaños, quien personalmente, pese al riesgo, en cumplimiento de su función, lo transcribió porque los oficiales que le acompañaban se negaron. Sin embargo se prohibió al notario su protocolarización. Según testimonio de Tomás López Zafra, en la parte política hacía "historia del nacimiento de la Falange y su desenvolvimiento en la vida nacional. Razona por qué crea la Falange, su concepción de la misma y su misión en lo futuro".


El 18 de noviembre, José Antonio pide a Toscano que le faciliten un confesor. El Tribunal ha dictado sentencia y sabe que el plazo de ejecución es muy breve. El artículo 633 del Código de Justicia Militar dice que se le leerá la sentencia al ponerle en capilla; el 635 indica que la ejecución tendrá lugar en las veinticuatro horas siguientes al enterado del gobierno. Un "sacerdote viejecito", José Planelles Marco, daría la última absolución al fundador de la Falange. Después redactaría su segundo testamento. El día 19, mediante once cartas, se despide de catorce personas. De sus familiares: Fernando, Carmen, la tía Carmen, el tío Antón, Julián Pemartín y Sancho Dávila. De sus camaradas y amigos: Serrano Suñer, Fernández-Cuesta, Ruíz de Alda, Valdes Larrañaga, Sánchez Mazas, Carmen Werner. De sus pasantes: Garcerán, Sarrión y Cuerda. Dos de ellos, Fernando Primo de Rivera y Julio Ruíz de Alda han sido asesinados por el Frente Popular. Las cartas revelan que José Antonio no cree ya en la posible conmutación de pena o aplazamiento de la ejecución.


El Tribunal o la Comisión de Orden Público, o ambos, deciden que José Antonio no sea ejecutado en solitario. El porqué de esta decisión es difícil de precisar. Se podría alegar que se trataba de contribuir a diluir cualquier duda sobre la legalidad del proceso aparentando normalidad. Lo que sí parece evidente es que fue el azar el que seleccionó a los requetés Vicente Muñoz Navarro y Luis López López, y a los falangistas Ezequiel Mira Iniesta y Luis Segura Baus. Según la documentación algunos de ellos estaban en trámite de conmutación de pena.
En torno a las seis de la mañana entraron en la celda de José Antonio, Guillermo Toscano y el director de la prisión. El fundador de la Falange pudo despedirse de su hermano Miguel, al que entregó algunas cosas. Según los testimonios vestía un traje negro, sobre el mismo un abrigo. El pelo rapado. Se produjo la escena de la entrega del abrigo. José Antonio se colocó en la posición. Aunque Gil Pecharromán reconstruye la escena y anota que el sargento (¿) dio las órdenes, los documentos indican que José Antonio extendió el brazo y gritó ¡Arriba España!, lo que desencadenó, sin orden previa, el fuego de los milicianos. También existe controversia sobre quién dio el tiro de gracia a José Antonio. Guillermo Toscano se autoinculpó en una de sus declaraciones, pero según el capitán Casimiro Romero fue un tal Becerra el que lo realizó.


José Antonio fue enterrado en la mañana del 20 de noviembre junto con los dos falangistas y los dos requetés. Otros diez cadáveres fueron depositados en la fosa. El guardia del cementerio, José Santoja, que había conseguido que no se saqueara el cadáver, en los meses siguientes señaló como la tumba otra fosa para proteger el cadáver. Allí permaneció hasta el 4 de abril de 1939.

3 Comments:

At 9:19 a. m., Blogger TU said...

Espero que lo suyo como historiador sea mero hobbie, se lo digo de manera amable como historiadora y nieta de Guillermo Toscano. La historia debe hacerse completa y llevando a cabo un riguroso proceso de selección de datos de manera objetiva, porque nos guste o no, las relaciones entre Guillermo y José Antonio eran familiares, si quiere más información sobre este "pequeño detalle" que se le ha escapado en su "investigación" no dudaré en ofrecérsela.

 
At 6:10 p. m., Blogger Al. Broco said...

tan familiares como para darle el tiro de gracia?

 
At 8:44 p. m., Blogger Fran cis said...

Pues si, y además el pelotón de fusilamiento les disparaba a las rodilla para que no murieran instantaneamente y sufrieran mas. De ahí tenerle que dar el tiro de gracia.

 

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